Son 50 euros

(AVISO: Este post puede herir tu virilidad)





Seguro que al leer este post penséis, “¿Y esta tía de qué va, de follakas? Pero si solo tiene 30 años, ¿qué va a saber?”. O también puede ser que no vuelva a follar con ningún tío que haya leído esta entrada, pero sabéis qué, me arriesgo.

Me voy  a arriesgar porque hay una serie de cosas que me URGE que los chicos lo sepan y aunque ellos se tomen mis entradas como una ofensa, les estoy dando las claves para mejorar (deberían de estarme eternamente agradecidos).

Tengo que explicar también, que no es una cosa que me haya sacado de la manga. Que he hecho un estudio muy exhaustivo (como con todas mis publicaciones) que me ha llevado muchas horas de insomnio, muchas bolsas de pipas y muuuuuuchos rones con limón.



Iba a titular el post con “Vaya puta mierda de polvo, tronco” pero la verdad es que me pareció demasiado ofensivo y que iba muy a saco, pero ya sabéis, en el fondo me importan las cosas…



Os voy a contar una historia que me la contó a mí un Buda que me encontré en un camino, que a él se la había contado el primo, del sobrino, del compañero de piso del colega de las cañas de la tarde que se lo había contado a la vez su madre que una vez oyó que la cajera del súper se la habían leído en la guardería. Pero para hacerlo más real, en vez de contarlo en tercera persona tal y como pasó, voy a adaptarlo un poco para que no sea muy aburrido, lo voy a contar como si me hubiera pasado a mí.


Erase una vez, (no sabría decir la fecha exacta porque en realidad no solo me ha pasado una) después de aguantar del chico que me gustaba todas sus mierdas, tener que reírle sus gracias y hacerme la simpática, lidiar con cosas del típico loco del coño y tal  y de estar ya más salía que el pico de una mesa (todo hay que decirlo), por fin me decidí a dar el paso y accedí a quedar con él. La verdad es que las expectativas eran altas, porque a priori y como digo yo (bueno, cuenta la historia) “muy mal se tiene que dar para que se de mal” y en el peor de los casos, pues yo desaparecería de la faz de la tierra y no sabría más de mi existencia.

Me había imaginado en numerosas ocasiones nuestro encuentro. Sí, unas mil veces como mínimo, y casi siempre justo antes de dormir…o de la siesta (ya me entendéis).

Cómo el romanticismo no se llevaba por aquella época tampoco, y lo de ir a cenar o a tomar algo es una pérdida de tiempo (sabemos que cenar sin gluten es difícil y si quedas para tomarte unas copas, luego puedes dar positivo si vas en coche) pues quedamos directamente para la acción:  “- Hola, -Hola, -¿Qué haces? – Na, en mi casa aburrida, - ¿Quieres que vayamos a ver las estrellas? – Uy, es que me da cosa, estoy sin depilar…(mentira, estás deseando y con los mismos pelos que una Barbie), - Es que me apetece mucho… -Bueno, vale. (No vaya a ser que el que se raje por ser una cagaperas sea é), - Genial, en 20 minutos voy para tu casa”. Bueno, pues ya está, de perdidos al rio.


No os he contado, que según la historia que le leyeron a la cajera en la guardería, la protagonista (que no yo) tenía las expectativas súper-hiper-mega altas porque el caballero en cuestión ya se había encargado de ello. Era como mínimo un Adonis del amor, un gurú del sexo, no sé con cuántas mujeres (o niñatas) habría estado, pero hablaba como si conociera cada parte del cuerpo de la mujer y como satisfacerlo. Habría que probar esa maravilla de hombre, ¿no?

Llegó la hora. Yo más nerviosa e impaciente que si me fuera a casar. Al fin leí su mensaje de “Estoy abajo”, bajé y allí estaba en el coche, me monté y después de dar unas cuantas vueltas y debatir sobre las opciones del sitio a donde ir, fuimos…




Lo que sigue después no es de buen gusto que lo cuente, no por mí ni por la dama de la historia, qué va, es para que el caballero no se dé por ofendido. (No hombre, era broma, es que no quiero que me cierren el blog por pornoeróticofestivo. :D)

Pero tampoco me parece bien dejaros así. Se me ha ocurrido que os voy a resumir el resto del cuento en unas claves o Tips al más puro estilo Cosmopolitan.

  1. -No te des de que tienes un pene grande, no sabes con quién se ha podido topar. Ni que lo tienes pequeño que sabemos que es un vacile y puedes escuchar algo que no quieres.
  2. Una mujer no se pasa toda la semana planeando el conjunto de ropa interior que se va a poner para que luego le bajes el tanga a la vez que los pantalones.
  3. Si no nos desnudamos del todo no es porque tengamos complejo, es porque queremos que hagáis algo.
  4. Los preliminares existen, no son los padres.
  5. Nuestro clítoris es nuestro timbre del amor pero no por ello pieséis que estáis jugando con un interruptor.
  6. Si veis que nos estamos tronchando el cuello con la puerta del coche, cambia de posición. No, no estamos disfrutando.
  7. Las tetas también existen o en su defecto, la noche no gira en torno a ellas.
  8. No tiene que durar el polvo 2 horas si se ve que no hay por dónde cogerlo.
  9. Que nos caiga un poco de sudor no pasa nada, pero no tenemos que parecer que salimos de la ducha.
  10. No te des de Gurú, que puede ser que no atines a encontrar el punto maravilloso.
  11. No estamos en una clase de ABS, nosotras también nos cansamos de hacer sentadillas.
  12. No os quejéis de que el coche es pequeño y que no cabéis cuando no hay otro sitio que luego nosotras nos levantamos con moratones en las rodillas y no decimos ni mú.
  13. Que “sin arcada no hay mamada” lo decidimos nosotras.
  14. Si recibes, da. Hay que ser cordial y educado.
  15. Si tú ya has terminado, ayuda.
  16. El culo no es la puerta de la Cueva de Alí Babá y los 40 ladrones, lleva su paciencia y entrega.
  17. Y sobre todo, y más IMPORTANTE: al terminar y volver a casa, despídete con un beso, que no tengamos la sensación de que nos teníais que haber dado 50 euros.



Moraleja: "Cuiado cómo te defines, puede ser que te condenes"




Besis y amapolas para tod@s!






Pd: Repito. Esto viene de una historia que me contó un Buda, que no es algo que me haya pasado a mí. De todas maneras si alguno se da por aludido…tiene mi número, todavía lo puede arreglar.

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